viernes, 24 de septiembre de 2010

SOMBRAS Y CENIZAS

Has sido mi hermana
Mi amiga, mi salvación
El más bello recuerdo,
De eso que se dice amor.
Te diría que ahora, sólo busco
Tu apoyo, tu consejo
Que no hay sombra, ni ceniza
De lo que un día pudo ser
Pero, en las tardes lluviosas,
Al momento que muere el sol
Mi cuerpo extraña tus muslos
Tus brazos, tus senos, tu olor.
Quizás sólo sea el lívido recuerdo
De una fantasía perdida
Olvidada y carcomida por el tiempo
Que no perdona ni concede
Tal vez es sólo eso, y así,
Me complazco, me conformo,
Aunque a veces mi cuerpo se rebele,
Con sentir junto a mí tu corazón.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Un Sueño

Ayer, nuevamente pude verte,
después de larga ausencia
!Claro! en sueños solamente
¿Cómo podría ser de otra manera?
Al estrechar mi cuerpo contra el tuyo,
en hermoso y tierno abrazo,
mi rostro de piedra se quebraba
en miles de pedazos
La alegría se adueñaba de mi ser
al tenerte entre mis brazos
y ver otra vez tus ojos almendrados
Mas todo era una fantasía, un sueño,
solo mi más caro deseo
tristemente, tan sólo era eso.

jueves, 9 de septiembre de 2010

ESPEJO

Ante tu superficie me miro
Y no alcanzo a descubrir
Que es lo que hay detrás
Más allá de tu cristal

¿Un mundo de tinieblas?
¿Un mundo de luz?

Pues he visto ocultarse
Casi siempre en el atardecer
Vagas sombras que desaparecen
Al momento de acercarme

Así que no me engañas
En tu vientre hay algo más
Que el pálido reflejo
De un mundo siempre igual

martes, 7 de septiembre de 2010

GRITOS DE MUERTE Y LIBERTAD, O LA VENGANZA DE LA ULTRADERECHA

La serie producida por Televisa para celebrar el Bicentenario de la Independencia parece destinada a todo menos eso. No se trata de no ser críticos, de no atacar los mitos de la historia oficial. Pero una cosa es mostrar los errores y defectos de los héroes (lo cual es natural, eran seres humanos) y otra empequeñecerlos y denostarlos.
¿Si eran solo una pandilla de maleantes y saqueadores? ¿Para qué celebrar con tanta pompa el Bicentenario? ¿Para qué derrochar los recursos del Estado en conmemorar algo que no vale la pena?
Se adivina aquí la intención del gobierno y los poderes fácticos de quitarle al pueblo su identidad y disuadirlo de cualquier intento de cambio. La inconformidad contra un gobierno de por y para empresarios crece día con día, de manera simultánea a la brecha de desigualdad entre ricos y pobres. Los beneficiados unos pocos, los perjudicados muchos y es natural que los gobernantes y potentados de hoy no se identifiquen con los ideales y las metas de insurgentes y revolucionarios, sino con los objetivos y miedos de realistas y porfiristas.
Además de mostrar muchas inexactitudes históricas, principalmente en lo referente a la toma de la Alhóndiga de Granaditas, que es mostrada como una masacre y no como una batalla -en ella, murieron 400 realistas, por 3000 insurgentes- , “Gritos de Muerte y Libertad” no tiene la calidad de otras producciones históricas de esa misma empresa tales como “El Vuelo del Águila”, esa sí, una realización en verdad sobresaliente.
La celebración del Bicentenario en manos del PAN y Televisa, ¿cómo dejar la Iglesia en manos de Lutero?

viernes, 3 de septiembre de 2010

Disfraz

Hace muchos años,
Incluso quizá lo has olvidado
Tu llegaste a mí
Disfrazada como un ángel
Llegado de improviso al mundo
Perdido, sin saber donde llegar
Me envolvió tu dulzura,
Tu belleza, tu carisma
Tu ternura a flor de piel
A tu lado,
Bajo tu mirada
Me sentí en el paraíso
Entonces, sin aviso
Como un rayo me quebraste
Destrozando mi alma, mi corazón
Me arrojaste a los infiernos,
Donde, perdido y desolado,
He vagado mucho tiempo.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Cura

Cuento escrito por mí en febrero del 2009

Aún no tenemos la cura, nos dicen. Tendremos entonces que esperar, quizá una semana, quizá un año o quizá otros tantos siglos, eso nadie lo sabe. Todo empezó, lo recuerdo bien, cuando aquellos antropólogos, ¿o eran arqueólogos?, fueron en busca de las ruinas de una antiquísima ciudad, oculta entre las nevadas cimas de los Montes Himalaya y regresaron con una pequeña piedra, diciendo que aquel que la tocara, no moriría jamás.
Por supuesto que al principio nadie les creyó, pero cuando uno de aquellos exploradores se arrojó desde el más alto rascacielos del planeta y quedó sin daño, la efervescencia por aquella mágica gema que garantizaba la inmortalidad, se desató.
Yo tuve el placer de verla y tocarla hace muchos años, y por supuesto que no he podido olvidarla. Era azulosa, pequeña, poco más grande que una pelota de tenis, pero tan brillante como el sol, y la gente se arremolinaba por millones para palparla y saber que el voraz espectro de la muerte no los atormentaría nunca más.
Entonces, una inusual euforia se apoderó de nuestras mentes y corazones y, sabiendo que el tiempo había dejado de existir, nos propusimos los proyectos más grandiosos e inverosímiles que la mente humana se haya atrevido a crear alguna vez.
Construimos magníficas ciudades sobre el cielo y bajo el mar, creamos nuevos continentes y hundimos los que ya existían, con nuestras acciones provocamos la desaparición de miles de especies de animales y plantas, pero con nuestra tecnología creamos otras tantas nuevas. Llegamos a los rincones más ignotos del espacio y entablamos relación con los seres más maravillosos y los más absurdos que existen en nuestro universo, ellos nos mostraron sus conocimientos sobre el cosmos y nosotros los adoctrinamos en el amor, las artes y la guerra.
Así pues, sin temor a que cualquier instante pudiera ser el último, nos propusimos las tareas más arduas y difíciles, con la seguridad de que algún día, aunque fuese muy lejano, las veríamos terminadas, nos sentíamos dioses. Sin embargo, pasado el tiempo, ¿cuánto?, a ciencia cierta no lo sé, pues como ya lo dije, ya no existían para nosotros las manecillas del reloj, aquella euforia se desvaneció y un desánimo general cundió entre todos nosotros. Sentíamos, pues, que ya no quedaba nada por hacer, las cosas dejaron de importarnos, nos volvimos tristes y sombríos.
Así, aún aquellos que se habían jurado amor eterno, terminaron repudiándose y aquellos que se habían odiado por centurias se habían reconciliado, pues tarde que temprano tuvimos que reconocer, que la eternidad es más grande que el amor y que el odio.
Nos hallábamos hundidos en la más negra melancolía, cuando varios de nosotros llegamos a la conclusión de que sí había existido un objeto capaz de otorgarnos la inmortalidad, también debía haber otro que fuera capaz de quitárnosla. Entonces tuvimos un nuevo propósito, y nuestra vida una vez más se llenó de luz.
Fatigamos todas las bibliotecas a lo largo y ancho del mundo en busca de algún arcaico pergamino que nos diera razón de aquel objeto, regresamos a las ruinas escondidas, que para ese instante ya se hallaban bajo el mar, en busca de una piedra roja, negra o blanca que fuera la antítesis de la que antes habíamos encontrado, nuestros científicos más brillantes se pusieron a experimentar con miles y miles de novedosas fórmulas y, sin embargo, nada, aún no hemos conseguido recuperar nuestro anhelado temor por la muerte, aún seguimos envueltos en éste indeseable velo de inmortalidad que cubre nuestros cuerpos.
Mas acabo de tener una idea, una que no imagino como antes no pudo ocurrírsele a alguien más: quizá destruyendo la piedrecilla azul que originó nuestra desdicha, todo termine. No lo sé, pero voy a averiguarlo. En este mismo instante me dirijo hacia allá, martillo en mano.