martes, 2 de noviembre de 2010

NO DEBES TENER MIEDO

- No debes tener miedo.
Sin embargo, cómo lograrlo cuando la noche transcurre de forma tan lenta, tan angustiosa. Mientras la oscuridad se adueña de todo tu cuarto y lo transforma en la más profunda de las cuevas. Escuchas cómo la madera en el techo cruje y no puedes sino imaginar que un ominoso ser reptante se aproxima, caminando sobre las paredes, hacia tu cama. Te atreves a sacar la cabeza de entre la montaña de cobijas que te cubre y miras el despertador, apenas son las tres.
- “Debes ser valiente, como tu hermano”.
Sí, míralo, roncando risueñamente, mientras tu estás allí, oculto y temeroso, pensando que en cualquier momento la niña del cuadro, la que está de espaldas, volteará sus ojos de Gorgona hacia ti y te convertirá en piedra.
- “Los monstruos y los fantasmas, no existen, están sólo en tu imaginación”.
¿Cómo creerlo, cuando de cada rincón de tu cuarto surgen figuras horrendas, con múltiples cabezas y miles de tentáculos?
- “Sólo era un actor con maquillaje, no una momia de verdad”.
Sí, pero, ¿como evitar pensar que en el momento en que saques la cabeza, su mano llena de pústulas no estará allí, lista para llevarte al mundo de los muertos?
- “No debes tener miedo”.- repites.
Vuelves a mirar el reloj, las cuatro, falta mucho para que el sol salga y sus rayos dorados disipen la densa oscuridad que ha tomado por asalto, tus juguetes, tus libros y tus historietas.
- “No despiertes a tu hermano, que mañana hay escuela”.
¿Pero cómo no hacerlo cuando tras la persiana cerrada se escuchan los atroces pasos de un demonio?
- Es un tlacuache, imbécil.- te gritan con voz furiosa.
Entonces te ocultas en la profundidad de aquel mundo de cobijas, te tapas los oídos buscando evitar que te alcancen las voces de los muertos. Te dan ganas de ir al baño, pero no te atreves a pararte. El enorme espejo que está frente al lavabo te aterra y temes que, aprovechando la oscuridad, algún duende emerja de su pulida superficie y te lleve, contra tu voluntad, a su mundo del revés.
- “No debes tener miedo”.
Pero sabes bien que, por más que te lo repitas, éste no te va a abandonar, que se convertirá en tu más fiel compañero, al menos hasta que amanezca y recobre el mundo su alegría. Entre tanto, no puedes hacer nada, sino ocultarte bajo las cobijas y esperar que los seres de la oscuridad no te encuentren, al menos por esa noche. FIN

Cuento escrito por mí en 2007.

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