jueves, 31 de marzo de 2011

NO TENDRÁS TIEMPO

Acaba la película, la tomas de la mano y juntos caminan hacia el sitio de taxis afuera del cine, pides uno. - A la calle Magnolias, Número 33. Estas nervioso, presientes que hoy no es un día como otros, es especial. Ella parece un poco distraída, tu no encuentras las palabras exactas que quieres decir. Finalmente rompes el silencio. - ¿Te gustó la película? - Más o menos, como que estaba medio rara ¿no? Te haces hacia atrás un mechón de pelo que cae sobre tu frente, suspiras, respondes. - Pues a mi me gustó todo, menos el final. Debieron haberse quedado juntos. -Sí, estaba mejor así. Miras por la ventana del taxi, no hay mucho tráfico, ya casi llegas a su casa. Sabes que se te acaba el tiempo, estás nervioso, intentas esconderlo. - Aquí está bien. Abres la puerta, le ayudas a bajar, vas a pagarle al taxista cuando ella te toma suavemente del brazo. - Ya es tarde, Gerardo, mejor vete en este mismo taxi, yo ya estoy bien cerquita de mi casa. - No, ¿Como crees? al rato me subo a otro. Te llevo hasta la puerta. Pagas, el taxista se va. En el camino le platicas de cualquier cosa, ella también está nerviosa, puedes sentirlo. - ¿Y que vas a hacer mañana? - Tengo un buen de tarea, no creo que pueda salir. - ¿Y el viernes? - Pues no se, ¿y tu? - ¿No quieres ir al boliche? -Va, me late Pasan la reja, cruzan el patio y llegan a la casa, ella saca su llave. - Bueno ya me voy, nos vemos el viernes. Antes de que abra la puerta, la tomas de la barbilla. - Espera. Lentamente te acercas a sus labios rosados. La besas larga, profundamente. Ella responde a tu beso. - Me gustas mucho.- le dices. Quieres volver a besarla, ella se aleja un poco. - Ya me voy, puede llegar mi hermano. Antes de cerrar la puerta te dirige una sonrisa. - ¡Bye! - ¡Hasta el viernes! Das media vuelta, cruzas el patio, cierras la reja y sales a la calle. Tu cabeza está muy lejos, perdida aún en el eterno instante que duró aquel beso. Avanzas sobre la calle oscura y silenciosa como una tumba. No se ve una sola alma. Piensas caminar hasta la esquina, allí, de seguro, encontrarás un taxi. - ¡Al fin la besé!- te dices a ti mismo, felicitándote de tu audaz decisión. Ahora caminas al lado del parque, un triste farol ilumina tus pasos. El viento frío golpea tu cara, subes el cierre de tu chamarra hasta el cuello. Sigues caminando, piensas en todas esas veces que dudaste, en todo el tiempo que no te atreviste a mostrarle a ella lo que realmente significaba para ti. Pero ahora eso ya no importa, el próximo viernes le llevarás una rosa y le harás finalmente la pregunta que estruja tu alma y tu corazón. - “¿Quieres ser mi novia?” Perdido en tus cavilaciones estás, cuando escuchas acercarse unos pasos sigilosos. Antes de que puedas darte la vuelta sientes como una mano se aferra tu hombro. Volteas y ves detrás de tí a un tipo alto, muy flaco, desaliñado, de rostro moreno y ojos inyectados. - ¡Dame todo lo que traigas, cabrón! Logras desasirte de su brazo y empiezas a correr con toda la fuerza que tus piernas te brindan, estás por alcanzar el final de la calle cuando otro individuo, casi idéntico al anterior sale a cortarte el paso. - ¡Ahora sí, ya valiste pendejo! Ves algo brillante quebrar la oscuridad, un dolor inmenso te desgarra las entrañas, sientes como te despojan de tu chamarra, tu cartera y tu teléfono, ya nada importa, lo sabes muy bien, no tendrás tiempo de besarla otra vez. FIN

3 comentarios:

  1. Y... generalmente así pasa. La vida es tan efímera, que nadie sabe cuando puede terminar. Al menos Gerardo murió con la alegría inmensa de haberla podido besar, y no haber partido de este mundo con esa desgarradora pregunta: "¿qué hubiera pasado...?"

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  2. Así es Cacho, a veces vale la pena arriesgarse, ir más allá de nuestros temores, para obtener lo que deseamos. Nunca sabemos, a ciencia cierta, si tendremos otra oportunidad.

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  3. :) qué bonito!! me gusta el ritmo del texto, hay continuidad....hay ritmo...hay misterio :)

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