martes, 26 de abril de 2011

¿TE ACUERDAS?


¿Te acuerdas?
- ¿De qué?
-Cuándo nos conocimos
- Evidentemente no, fue hace tanto tiempo,
- Tienes razón.
- Desde el principio te quise.
- Sí, lo se.
- ¿Y mira ahora, cómo estamos?
- Distantes, como el cielo y el mar.
- Yo estoy solo y tú…
- Casada, felizmente casada.
-Eso dices.
- Porque así es.
- No estoy tan seguro.
- No empieces.
- Bueno, dejémoslo así, no quiero meterme en problemas.
- Me parece bien.
- Jugábamos al doctor… me gustaba tocar tus piernas.
- Mejor hablemos de otra cosa.
- Mis amigos querían que todo el día jugara futbol.
-Y eso hacías.
- Pero yo sólo deseaba estar contigo.
- Nunca me lo dijiste.
-Es verdad, ¿pero lo sabías no?
- Sí, tus ojos me lo contaron muchas veces.
- Y esa noche, junto a la playa, ¿Te acuerdas como bailamos?
- Muy cerca.
- La pasé muy bien.
- Te hubieras aprovechado más.
- Tenías novio, ¿Esteban, se llamaba Esteban?
- Eso no importa, era un imbécil.
- Sí, lo sabía.
- ¿Y aún así, no te aprovechaste de las circunstancias?
- Ahora lo lamento.
- Pero no fue tu única oportunidad.
- Cortaste con ese idiota.
- Sí.
- Empezamos a salir.
- Me acuerdo.
- ¡Ah, muy bien! Pensé que lo habrías olvidado.
-Todavía no.
- Fuimos al cine, al boliche, al parque…
- ¡Tuviste tantas oportunidades para besarme!
- Pero siempre estaba tu hermana.
- ¿Mi hermana, que importaba mi hermana?
- Nos pudo haber visto, le hubiera dicho a tu mamá.
- ¿Y eso que?
- No se, simplemente no me gustaba la idea de que lo supiera.
-¡No seas ridículo!
- Poco después lo conociste…
- Sí, en la tienda de ropa.
- Y lo nuestro se fue al basurero
- ¡Me harte de tu indecisión!
- Pudiste esperarme…
- No me equivoqué. He sido feliz, muy feliz.
- No es cierto.
- Claro que sí.
- No estoy tan seguro de eso.
- No empieces otra vez.
- Esta bien, me callo.
- Continúa.
- Ni siquiera contestabas el teléfono.
- Estaba muy ocupada.
- En dos años, apenas si te ví.
- Disfrutaba de la vida.
- Cambiaste mucho.
- Era muy ingenua, aprendí tanto con él.
- Después otra vez me buscaste…
- Necesitaba un amigo.
- Sabes que nunca podré mirarte con otros ojos.
- Pensé que podrías.
- Lo intenté, te juro que lo intente.
- De haberlo sabido, no te habría invitado.
- Ya estoy aquí.
- Pues sí, que se le va a hacer.
- Y él no está.
- ¿Me estás proponiendo algo?
- Qué aprovechemos la luna, la soledad.
- Es demasiado tarde.
- ¿De verdad?
- Sí, ya te lo dije… soy una mujer casada.
- Pero no eres feliz.
- Yo…
- No finjas, ¡Bésame!
- Él no tiene por qué enterarse, ¿verdad?
- ¡Claro que no!

FIN

2 comentarios:

  1. ¿Porqué sera que para las mujeres es taaan fácil creer que podemos verlas como "amigas" después de que estuvimos enamorados de ellas? ¿Porqué no pueden entender que es lo más doloroso que nos pueden pedir?

    ResponderEliminar
  2. Me parece que existe un grave conflicto en lo que a la palabra "amigo" se refiere. Los hombres pensamos una cosa y las mujeres otra en relación a esta palabra. Algunos dicen que la pura amistad entre un hombre y una mujer no existe, otros dicen que sólo después de haberse amado es que se puede dar una auténtica amistad.
    Interesante tema para el debate y la reflexión.

    ResponderEliminar